Para Maderuelo, el espacio de la cultura es el
definido por la expresión del arte, que se hace visible en la arquitectura. Y
está marcado con nombres específicos y de unas formas características que
tienen unos significados diferenciales porque generan emociones peculiares
que identifican a sus usuarios con ellos.
El análisis
del papel del espacio en las artes se centra en la escultura y sus
desbordamientos, de manera que se establece una especie de dialéctica entre el
espacio arquitectónico y el escultórico, rastreando los ricos márgenes que se
han generado en los límites de ambas disciplinas y que han dado origen a otros
nuevos géneros en los que lo espacial aparece como una de sus características
más definitorias.
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